A las minúsculas también les afectan nuestros cambios de hora y se ponen de bastante mal humor cuando esto sucede: las pobres son leídas (¡e incluso escritas!) a horas intempestivas, aun despeinadas y sin acordarse siquiera de si son vocal o consonante.
Las pequeñas no entienden el concepto. "¿En qué se ahorra?" -preguntan las bobas. Creen ellas que la gente va a seguir poniendo el mismo número de lavadoras o cafeteras y las maquinarias de las empresas van a gastar el mismo número de horas de electricidad.
Las mayúsculas, en cambio, acatan. Así son las cosas y así han de ser, lo dictan las reglas. Repiten lo oido: hay que ahorrar.
Se ahorra en iluminación, afirman.
Será en tantos y tantos lugares de trabajo que gozan de luz natural...