De tanto en tanto a las minúsculas les entran ideas revolucionarias (en parte por el aliento que reciben de vosotros, queridos lectores) y salen a protestar.
Lamentable espectáculo y lamentables sus peticiones. Las minúsculas no tienen la grandeza de miras para una protesta revolucionaria, tal como ellas pretenden. Sus peticiones pueden ser tan minúsculas como ellas: calefacción en su párrafo, papel sobre el que escribir...
Y cuanto más pequeñas las peticiones, más se ensañan las mayúsculas con las porras. Y cuantas más porras, más libros sacan sus minúsculas a la calle.
Y se arma una de cuidado, todo por algo tan simple como la calefacción.