
Alguna vez las minúsculas debieron oír que las mayúsculas tienen malas pulgas y, con su consabida simpleza, creyeron en ello al pie de la letra... ejem... bueno, ya me entendéis... Creyeron que ello era tan cierto cómo que ellas son minúsculas y así lo transmitieron a sus desciendientes. De ahí que las minúsculas nunca vayan al circo: no se fían ni de las pulgas amaestradas.
¡claro! amaestradas es muchísimo peor!!
ResponderEliminarjajajaja
en realidad, unas y otras, en lo más íntimo, se rinden ante la sonrisa franca y abierta de una minúscula.
:)
Me parece a mi que, por muy malvadas que se pinten las mayúsculas, el problema está en que las minúsculas no conocen hasta donde llegan sus posibilidades de lucha y defensa... ;)
ResponderEliminarBesillos ami!
Llegarán a formar las minúsculas un sindicato encabezado por vírgula para defenderse de las malas pulgas?
ResponderEliminarSaludos
WOW... impresionante, una enseñanza en una historia tan linda e inocente, llena de fantasía.. Sin saber la verdad tantas veces decimos tanto....
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga, y extraño tu honorable presencia por mi blog...
Que estés bien
flippant!
ResponderEliminar¡¡¡Uich!!! :-)
ResponderEliminarUn besito, ami
Y es que las pulgas, mientras más lejos, mejor...
ResponderEliminarUn beso
Es que contra más superiro e importante se sienten más malas pulgas les crecen.
ResponderEliminarBesos muchos
Muy orginal ...traere cola sin duda...
ResponderEliminarSALUDOS...
Jajaja, sin lugar a duda he soltado una rica sonrisa, muy simpatico y lleno de verdad tu post :)
ResponderEliminarUn abrazo grande.
;o)