
Las minúsculas rara vez (o nunca) envejecen, en tanto que las mayúsculas sí que lo hacen: su envejecimiento comienza en el mismo instante en que se convierten en mayúsculas... o al revés. Nadie sabe qúe es la causa y qué la consecuencia, el caso el que envejecimientos y conversión en mayúscula comienzan en el mismo instante.
Yo, minúscula de mi, tras mucho observar a las letras de mi entorno, tengo una teoría: se empieza a envejecer el día en que por primera vez dices "Yo no sé hacer esto" y dejas incluso de intentarlo. En ese momento, si bien tú sólo pretendías comportarte cómo una mayúscula y no hacer el rídiculo mostrándote torpe, asumes sobre tus hombros la carga de no volver a equivocarte jamás... carga que nadie puede llevar con alegría desde que los libros son mundo.
En ese instante olvidas que cuando eras minúscula no te importó no saber andar, hablar, escribir... que lo intentaste una y otra vez, a trompicones, con la lengua asomando por alguna de las comisuras de tus labios, pese a la inmensidad de las tareas.
La eterna juventud, creo yo, está en la capacidad de admitir que no sabes y pese a ello intentarlo, con movimientos torpes y la lengua asomando por alguna de las comisuras de tus labios.